viernes, agosto 18, 2006

Edgardo Riveros


EQUINOCCIO

Alzo la mirada al océano
para saludar la hora del retorno y la partida

veo entonces los viejos retratos de mi alma
caminando sobre el mar
buscando el sendero del adiós.

Apoyo todo mi horizonte en esta tarde que se extingue
y son las aves errantes que se posan
en aquello que nunca fue
y en lo que un día pudiera llegar
con la oración de un nuevo amanecer.

En esta agonía de la luz
me pregunto con toda la penumbra de mi ser
por la nave extraviada
que un día partió sin llegar.
En tanto se humedecen los segundos
con las olas que golpean el corazón.

Hoy agito mi alma en la eternidad
para saludar el ascenso de tanto adiós
porque todo es una caravana de ida y de venida
un saludo interminable que se aleja,
yo mismo un saludo de despedida
ante la inmensidad que se atenúa
yo mismo el que se despide
de un crepúsculo que comenzó hace tanto tiempo.

Porque todo es una caravana de sueños
que naufragan en el mar
y porque todo debe despedirse para un día regresar.

DESDE EL PAÍS DE LA AUSENCIA


Desde las playas de la ausencia
los lejanos pasos se aparecen con las primeras estrellas
y una suave quietud se toma los rincones de la lluvia
y el corazón silencia un ahogado suspiro.

Ha sido necesario dejar la isla encantada
en medio de las lágrimas
en un atardecer de lunas y de inviernos
y abandonarse al adiós de este mar tan querido.

Desde las calles de la ausencia
la ciudad sonríe actitudes esenciales
con un plácido caminar de penas
que zarparon con el último barco del crepúsculo.

Hoy camino sin edad ni tiempo
y soy un hombre que sufre y se entristece
porque desde los árboles de la ausencia
el río se ha inclinado demasiado hacia el final
y las palabras que se eclipsaron con la luna
nada dicen, nada tienen que decir.

Es el principio de estos últimos árboles
del irse con el sol y los instantes
del naufragar con el alma en plena tarde.

Y desde las playas de este país encantado
saludo a todos los ausentes
alegremente
tristemente.


AEROPUERTO

Desde la losa ya reseca por el ruido
y por el estruendo de los motores
desde aquellas lágrimas del aeropuerto
donde desierto se queda el corazón
de los que se quedan.

Desde esa gota que temblando insiste suspendida
antes de caer,
estuve viviendo
y contemplando el paso del tiempo.
Como mensajeras de la nieve,
desgarrados y bellos
salían.

Allí
a cada instante
muere acribillado el silencio
y silenciosos se van poniendo los labios
para ruidosa ponerse el alma
conmoción e incertidumbre al ver llegar
edificios que estallan en cristales al ver partir.


Elegancia del ave que asciende
por el riel invisible del adiós
fugaz como el amor que se aleja
y que de pronto, ya a la distancia,
sólo es un inmenso camino de nubes
flotante como los recuerdos.

Un avión se despide
aplaudido por el eco inocente de los campos
y desde la losa
desierta playa donde murmura el corazón de los que se quedan
levanto mi pañuelo largo y oxidado.


A UN CORAZÓN JOVEN

                                 Para Antonio

Que no perturbe la tarde
tu mirada
el silencio hace dibujos donde viene una avalancha
de primaveras en cámara lenta.


Cierra tus ojos
reordena las flores que penden de la infancia
resume el calor de la agonía
y toma aquel océano pleno de futuro
playa única donde los besos
serán promesa de nuevos mundos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Juan Pablo, felicitaciones por su iniciativa y generosa actitud en publicar poesía nueva de nuestro país. Felicitaciones también por la muestra espléndida de fotografía de nuestra galaxia